Cristian Santana, segundo puesto, aprecia la foto ‘Los chavitos’, la cual ganó el concurso. Foto: Luis Rodríguez

Por Nadia Najera Ricardo

La imagen del par de zapatos un poco desgastados prevaleció sobre las otras 13 que fueron expuestas en el concurso. Esa fotografía reflejó la identidad de muchos alumnos de la Institución Educativa Ciudadela Estudiantil, quienes usan ese calzado, conocido como ‘chavitos’, porque, además de duradero, es el más accesible al bolsillo de sus padres.

La profesora Marelvis Mariano, organizadora del primer concurso de fotografía en el plantel, afirmó ayer que por haber retratado esa realidad los estudiantes de once grado Viviana Martínez y Luis Guerrero se llevaron el primer lugar. No por casualidad, Brandon Barraza y Cristian Santana, ganadores del segundo puesto, lucían unos zapatos parecidos durante la premiación.

En el caso de los subcampeones, presentaron en un par de fotografías dos caminos que los jóvenes pueden escoger. En la primera, uno de ellos se retrató debajo de un puente atestado de basuras y en la segunda, el otro debajo de unos árboles frondosos, sonriente.

El objetivo del concurso, según la docente promotora, fue que los estudiantes explotaran con argumentos el gusto por tomar fotos, como lo había advertido en los recreos con algunos que tienen celulares con esa tecnología. El otro fin era que reflejaran en imágenes sus experiencias y sueños.

El siguiente paso fue hacer la convocatoria del concurso y familiarizar a un grupo de estudiantes con este arte, llevándolos a una exposición y a un taller de fotografía en el Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico en agosto pasado.

Algunos miembros de la facultad de Bellas Artes de esa institución escogieron las mejores 14 fotos de las 96 que se presentaron. Luego se exhibieron en la biblioteca del plantel, que fue acondicionada como un laboratorio fotográfico.

Además del premio —$50 mil para el primer lugar y $20 mil para el segundo— y los aplausos, a los ganadores les quedó la satisfacción del deber cumplido. Un sentimiento similar experimentaron los otros participantes y quienes apoyaron el concurso. Solo quedó algo pendiente: que la profesora Marelvis pueda darle al ganador de la segunda versión la cámara digital que esta vez, por falta de dinero, no alcanzó.

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